“(…) No se encuentra nadie que quiera repartir su dinero: ¡entre cuántos distribuye cada uno su vida! Son estrictos a la hora de conservar su patrimonio, en cuanto hay ocasión de malgastar el tiempo, pródigos por demás con lo único en lo que la avaricia resulta honorable”1.
Hemos querido abrir este artículo con esta magnífica cita de Séneca que, una vez más, nos ilustra acerca de algo de suma trascendencia. En este extracto, Séneca nos habla acerca de la importancia de una variable que a veces damos por sentado, que es el tiempo.
De la lectura de este pasaje se podrían extraer muchas preguntas, pero, por ahora, nos quedamos con esta: ¿Cuál es la relación entre el tiempo y el dinero?.
Dejando de lado por ahora cuestiones filosóficas, vamos a centramos en los dos conceptos que se destacan en este pasaje, el tiempo y el dinero. En la vertiente financiera del concepto de tiempo, está claro que cualquier persona que cuente con conocimientos financieros, siempre va a tener en cuenta la variable tiempo, al menos desde el punto de vista financiero. Llevar un control de nuestras finanzas personales implica necesariamente una mínima preocupación por nuestros ingresos, gastos, ahorro, patrimonio, inversiones, préstamos y créditos, etc. Y a todas estas variables les afecta el paso del tiempo.
En finanzas, el valor del tiempo se representa mediante los tipos de interés, que actúan como “el precio del dinero”2.
Por ejemplo, si tenemos un capital de 1.000 euros y los depositamos en una cuenta corriente durante un año, parece lógico que al cabo de dicho periodo obtengamos una cantidad superior3. Esta lógica deriva de que el dinero va perdiendo poder adquisitivo con el paso del tiempo y, por tanto, para preservar nuestro capital, necesitamos obtener una rentabilidad que sea al menos igual al incremento de precios de la economía.
Y, al contrario, podríamos poner como ejemplo el caso de un préstamo en el cual el capital pendiente de amortizar sea de 10.000 euros. Supongamos que el tipo de interés es fijo, al 3% anual. Si los precios suben un 5%, estaremos obteniendo una ganancia implícita, puesto que el dinero que nos han prestado se devalúa más rápido que el coste que tiene el préstamo para nosotros.
Por tanto, un ahorrador, dependiendo de las condiciones del mercado y de en qué producto financiero invierta su dinero, se verá beneficiado por el paso del tiempo4 y un prestatario se verá perjudicado5. Esto es lo que tiene lógica desde el punto de vista financiero6.
Por tanto, el tiempo siempre está presente, ya sea en una operación de inversión o en una de préstamo.
En su libro “La psicología del dinero”, Morgan Housel nos habla del dinero desde diferentes perspectivas, pero quizás una idea a destacar son los valores (relacionados con el tiempo) de la frugalidad y la paciencia, precisamente por no estar de moda en nuestros tiempos.
La frugalidad es un elemento necesario para el ahorro, que a su vez es la materia prima de la riqueza. ¿Qué se necesita para que la frugalidad funcione? Se necesita paciencia, pero también tener las cosas muy claras, es decir, fijar unos objetivos vitales en el área financiera y adherirse a ellos para poder cumplirlos.
Así, no es de extrañar encontrar casos como el de Ronald Read, una persona que según el Wall Street Journal7, consiguió amasar una fortuna de casi 8 millones dólares habiendo tenido unos ingresos modestos durante toda su vida (fue, entre otras ocupaciones, empleado de una gasolinera).
¿Cómo fue posible este caso? Sin duda, con grandes dosis de frugalidad, paciencia y un plan financiero de inversión magníficamente trazado y seguido al milímetro durante décadas.
En el artículo señalado anteriormente se llega a destacar lo siguiente: “Aquellos que lo conocieron cuentan cómo, en ocasiones, usaba imperdibles para abrochar su abrigo y a veces aparcaba su Toyota Yaris de 2007 lejos de donde iba para evitar tener que pagar el parquímetro”.
No obstante lo anterior, para ser justos con el Sr. Read es necesario destacar el destino que dio a la mayor parte de su fortuna, que fue destinarla a una biblioteca y hospital locales.
Por otro lado, volviendo a la cita que abría este artículo hace que nos surjan dudas. El tiempo, sin duda, es un bien escaso e irrecuperable. No obstante, también parece lógico ahorrar en la medida de lo posible debido a la incertidumbre que nos genera el futuro, pero para generar ahorro es preciso sacrificar tiempo. Es un trade-off cuyo equilibrio, a veces, es difícil de encontrar.
Como nos recuerda Séneca, no debemos olvidar el presente pensando en el futuro: “El mayor obstáculo para vivir es la expectativa, que depende del mañana y descuida el presente. Ordenas lo que está en manos del azar y dejas escapar lo que está en las tuyas. ¿Hacia dónde diriges la mirada? Todo lo que está por venir es incierto: vive en el presente”.
Tanto la historia del Sr. Read como las enseñanzas de Séneca nos generan muchas preguntas, pero sin duda, nos quedamos con esta: ¿Tiene sentido valorar más el futuro que el momento presente?.
Imagen: Gasolinera donde trabajó Ronald Read. Fuente: Wall Street Journal, “Route to an $8 Million Portfolio Started With Frugal Living”, 19 de marzo de 2015.
[1] De la brevedad de la vida, Lucio Anneo Séneca, AMA Ediciones, 2020.
[2] Para más información sobre tipos de interés, se puede consultar este otro artículo publicado en EdufiBlog: Tipos de interés del BCE – Edufinet
[3] Excluyendo gastos, comisiones e impuestos.
[4] Siempre que la rentabilidad obtenida sea superior al nivel de inflación del periodo de la inversión.
[5] Entendiéndose por “perjudicado” que tendrá que hacer frente al pago de intereses, gastos y comisiones del préstamo.
[6] Esta lógica no siempre se ha mantenido. Como ejemplo podemos poner lo sucedido con la TIR del bono alemán a 10 años, que ha sido negativa durante parte del año 2019, 2020 y parte de 2021. ¿Tiene sentido prestar dinero y pagar por ello?
[7] Anna Prior, “Route to an $8 million portfolio started with frugal living”, Wall Street Journal. Enlace: Route to an $8 Million Portfolio Started With Frugal Living – WSJ