Artículo publicado en el Diario Sur con fecha 15/11/2021.
A estas alturas no hay duda de que la Gran Crisis Financiera de 2008 marcó un antes y un después. Lo situación originada en Estados Unidos tuvo variadas consecuencias en todo el mundo, lo cual se pudo experimentar, por ejemplo, en Europa, con la generación de una crisis sin precedentes que desembocó, a su vez, en la crisis de la deuda soberana de 2012.
No hay duda de que antes de esta Gran Crisis el mundo ya estaba experimentando una serie de cambios de largo recorrido que respondían a nuevas tendencias en todos los sectores, entre los que se encontraban la economía y las finanzas.
La pandemia ha hecho que estas tendencias (por ejemplo, la digitalización de la economía, la adopción de la inteligencia artificial en los procesos productivos, el trabajo remoto, la sensibilización ecológica, etc.) se hayan acelerado. Asimismo, el impacto del cambio climático, las finanzas sostenibles o la preocupación por garantizar unos suministros de energía limpia, renovable y asequible, han adquirido mayor protagonismo.
Los emprendedores y empresarios no pueden quedarse al margen de esta evolución, pues, a largo plazo, todos los negocios, en mayor o menor medida, tendrán que adaptarse a ellos para el desarrollo de su actividad.
Ponemos varios ejemplos de ello: los trabajadores demandarán cada vez más el trabajo remoto, lo que significa que estar en condiciones de poder ofrecer esta forma de trabajo puede suponer la diferencia para atraer talento a una empresa. Igualmente, por ejemplo, en el caso de una empresa industrial intensiva en consumo de energía eléctrica, poder vender, etiquetar y certificar que sus productos han sido producidos con energía limpia puede suponer una ventaja respecto a sus competidores, puesto que los consumidores cada vez están más concienciados con el medioambiente y su preservación.
Pero no solamente hay ventajas por el lado de los consumidores, sino que también las empresas respetuosas con el medioambiente atraerán a más inversores, asegurándose costes de financiación más bajos que los de empresas más contaminantes.
En definitiva, no hay duda de que el mundo se encuentra en una época de cambio de modelos. Y ese es el lema, en lo esencial, del IV Congreso de Educación Financiera del Proyecto Edufinet, que se desarrollará esta semana en el Centro Unicaja de Educación Financiera: “Educación financiera para una época de cambio de paradigmas”.
El Congreso es un evento cuyos objetivos son servir como punto de encuentro entre los diferentes agentes involucrados o interesados en la educación financiera, analizar su situación actual para identificar tendencias y puntos de interés, y poner en común conocimientos y experiencias.
Más de 20 expertos, entre ellos, representantes del Banco de España, de la Comisión Nacional del Mercado de valores (CNMV), de CECA, del Instituto Español de Analistas Financieros y su Fundación, de Analistas Económicos de Andalucía, de Universidades como la de Málaga, Valencia, Complutense de Madrid o Buckingham, y de despachos de abogados, consultoras y otras instituciones financieras, a lo largo de catorce sesiones y de cuatro mesas-coloquio analizarán el papel de la educación financiera en nuestros días.
Todas las cuestiones expuestas en este breve artículo, junto con algunas otras, se abordarán con más detenimiento en dicho Congreso, que se celebrará del 17 al 19 de noviembre en formato presencial y “on line”.
Se puede encontrar más información y el acceso para formalizar las inscripciones gratuitas en la página web del Proyecto Edufinet: www.edufinet.com
(*) Edufinet es un proyecto promovido por Unicaja Banco y la Fundación Unicaja.
