Opciones para cobrar dividendos y cuál es la más rentable


Si preguntáramos al lector la fórmula más conocida para cobrar dividendos, creemos que la mayoría se decantaría por la renta variable. Puede ser la más conocida y a la que se le “permite”, tanto por factores exógenos como endógenos, caídas incluso de doble dígito con la tranquilidad de cobrar un dividendo.

Debido a los sesgos psicológicos que afectan a los inversores, la tolerancia al riesgo en la inversión directa en renta variable es mayor que en otros activos. Pero hay vida más allá de las acciones y hay otras opciones también interesantes en las que se reduce los riesgos y es la de invertir a través de fondos de inversión que reparten dividendos. Al hablar de dividendos no hay que asociarlos sólo a fondos que invierten en renta variable, podemos hablar de dividendos para referirnos a este tipo de fondos  y otros con distinto perfil de riesgo.

En función del riesgo que desee asumir el inversor y su objetivo de inversión,  el universo es muy amplio y puedes encontrar fondos de renta fija (deuda pública, corporativa, High Yield) mixtos, renta variable (Europa, Internacional, EE.UU; emergentes, sectoriales), con distintos estilos de gestión), e incluso con distinta periodicidad de reparto (mensual, trimestral, semestral, anual). Uno de los principales aspectos que habrá que  tener en cuenta  para elegir entre invertir en acciones o fondo de inversión serán los conocimientos financieros que tenga el inversor y el tiempo del que disponga para gestionar sus inversiones.

La diferencia entre un fondo de acumulación y de reparto es que este último distribuye los dividendos que pagan los valores que tiene en cartera, mientras que en los primeros se reinvierten en el patrimonio del propio fondo. El dividendo pagado no es fijo, variará en función del comportamiento que tenga los activos en cartera. Esta característica es común a las acciones ya que uno de los riesgos que tiene la inversión en este tipo de activos es que los dividendos se pueden reducir o dejar de pagarse. Solo por el hecho de tener acciones  de una empresa no se garantiza el reparto de las ganancias que genere. Los dividendos se aprueban en las juntas generales de accionistas e incluso, como ocurrió recientemente con los bancos españoles, la autoridad competente (BCE) puede prohibir el reparto de los mismos. Sin olvidar que los accionistas de una empresa, en caso de quiebra de la compañía, son los últimos en la prelación de cobro, antes hay otros acreedores que tienen derecho a cobrar su deuda.

Al invertir a través de fondos de inversión, se reduce este tipo de riesgo ya que cuentas con una amplia diversificación por tipo de activos (según el tipo de fondo que suscribas), zonas geográficas, sectores, por lo que el comportamiento errático que puedan tener algunas compañías se compensa con la buena marcha de otras y  no se limita a que el inversor, por cuenta propia, compre las acciones que considere más rentables con la información que tenga en ese momento pudiendo acertar o no en sus decisiones. 

Vía fondos, se puede acceder a determinados activos, que como inversor individual sería imposible o muy complicado por los elevados costes de entrada. De esta forma, se cede el patrimonio a gestoras de reconocido prestigio y a su equipo gestor, profesionales con dilatada experiencia y profundos conocimientos  en mercados financieros que invierten en aquellos valores que consideran que tienen mayor potencial de revalorización fruto del estudio macroeconómico, del análisis de fortalezas y debilidades del sector, del análisis de la solidez de los balances, ingresos, márgenes, barreras de entrada, rentabilidad etc.

En tiempos de incertidumbre, la visibilidad que proporcionan los ingresos en forma de dividendos suele ser un factor positivo para los inversores, que evita que el inversor deshaga la inversión en fases de correcciones. Además, aquellos inversores  que deban  asumir pagos futuros,  pueden optar por fondos  que generen rentas regulares, con las que afrontar dichos pagos.

Por último, para inversores que cuenten con mayores conocimientos financieros existen los fondos de capital riesgo, productos que pueden formar parte de una cartera diversificada y que aporta descorrelación a la misma. Se caracterizan porque son fondos de inversión que suelen invertir en empresas no cotizadas por lo que su principal característica es la iliquidez al ser inversiones a largo/muy largo plazo. Dentro de este tipo de fondos, los más recomendados para generar rentas, y que incluso éstas se revaloricen con la inflación, son los que invierten en activos reales como infraestructuras, transporte y sector inmobiliario ya que las rentas de este tipo de activos suelen revisarse con el IPC.

En definitiva, existen muchas opciones interesantes para obtener dividendos que pueden complementar otros ingresos. Un amplio abanico de posibilidades, según el objetivo que tenga el inversor, y con menor riesgo que la renta variable directa; solo es cuestión de mirar más allá, y de consultar a su asesor financiero, que le oriente sobre las distintas alternativas que más se adapten a su perfil de riesgo.

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