La Agenda 2030, por si aún no la conoces, es una hoja de ruta para el desarrollo que está estructurada en 17 objetivos (ODS), divididos en 169 metas concretas y cuantificados a través de 232 indicadores que constituyen un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo abarcando áreas como la erradicación de la pobreza, la igualdad de género, el acceso a la educación o la protección del medio ambiente.
El cumplimiento de los ODS es necesario para lograr un futuro sostenible para todos y requiere la colaboración y participación de gobiernos, sector privado y ciudadanos en general. Cada uno de estos actores tiene un papel importante que desempeñar para lograr un progreso significativo en cada uno de los ODS.
Los gobiernos porque es necesario establecer políticas y estrategias que promuevan la implementación de las metas. Además, se requiere controlar y evaluar regularmente los avances realizados, para identificar desafíos y oportunidades de mejora.
El sector privado también juega un papel importante en el cumplimiento de los ODS, adoptando prácticas sostenibles en su operación y contribuyendo a la generación de empleo decente y el desarrollo económico.
Y por supuesto, la sociedad en general que, con concienciación, pequeños cambios de vida o presión a los gobiernos y empresas pueden tener impactos muy positivos en la consecución de la Agenda 2030.
El cumplimiento de los ODS no solo beneficia a los países y comunidades en particular, sino también al conjunto de la población a nivel global. La implementación de estos objetivos contribuye al desarrollo sostenible, la protección del planeta y la mejora de la calidad de vida de las personas.
Pero ¿cómo puede contribuir la educación financiera en el cumplimiento de la Agenda 2030?
Primero debemos ser conscientes de que la educación financiera no se centra únicamente en aportar conocimientos, sino intentar mejorar los comportamientos financieros, como la elección de productos, fomentar el ahorro con vistas a alcanzar las metas financieras, o el comparar precios y valorar el esfuerzo que se ha de realizar antes de efectuar una compra.
En un primer acercamiento, nos encontramos con el ODS número 4: “Educación de Calidad”, lugar en el que podríamos pensar que la educación financiera debería estar incluida, pero deberíamos ser conscientes de que esta es una materia que podríamos considerar transversal a todos aspectos de la Agenda 2030.
Hemos de ser sinceros al asumir que la economía y las finanzas son un pilar fundamental en la sociedad actual y que, por tanto, afectan a todos los aspectos de la vida, y la consecución de la Agenda 2030 no se queda atrás. ¿No son necesarios los conocimientos financieros para, por ejemplo, reducir las desigualdades? ¿O productos financieros que permitan la financiación de proyectos que generen empleo, o destinen sus recursos a proyectos sostenibles como plantas de energía eólica o solar o desarrollen tecnologías que permitan ofrecer productos de mayor duración o fácilmente reutilizables? Solo haciéndonos estas preguntas ya hemos hecho referencia a los ODS 1, 7, 8, 9,10, 11 y 12.
Así, la educación financiera es fundamental para el logro de los ODS. Por mencionar algunas claves:
- Conocimientos básicos en finanzas personales: Es crucial que las personas comprendan conceptos fundamentales como el presupuesto, el ahorro, la inversión y la deuda. Esto les permite tomar decisiones financieras acertadas y evitar situaciones de sobreendeudamiento. Esto incluye:
- Planificación financiera: Es necesario establecer metas financieras claras y crear un plan para alcanzarlas. Esto implica hacer un presupuesto, ahorrar e invertir de manera estratégica y por supuesto alineada con nuestras preferencias.
- Conocimiento financiero: Es importante educarse sobre conceptos y términos financieros como la tasa de interés, la inflación o la diversificación de inversiones, entre otros. Esto permitirá tomar decisiones informadas y evitar caer en malas prácticas financieras.
- Ahorro regular: Establecer el hábito de ahorrar regularmente es esencial para alcanzar metas financieras a largo plazo. Esto puede incluir la creación de un fondo de emergencia o contribuciones a un plan de jubilación.
- Evitar deudas innecesarias: Es crucial evitar acumular deudas innecesarias, derivadas del uso excesivo de tarjetas de crédito o préstamos de consumo.
- Controlar los gastos: Llevar un registro de los gastos y controlar el presupuesto permite identificar áreas en las que se pueden reducir gastos y ahorrar dinero.
- Diversificar las inversiones: El refranero español dice que no se debe poner todos los huevos en la misma cesta. La diversificación permite reducir riesgos y maximizar el potencial de ganancias.
- Seguro adecuado: Contar con seguros adecuados, como el seguro de vida, de salud o de hogar, es importante para proteger los activos y mitigar los riesgos financieros (algunos asociados a los efectos devastadores del cambio climático, por ejemplo).
- Educación financiera en los niños: Enseñar a los niños desde temprana edad sobre la importancia del dinero, el ahorro y la inversión puede ayudar a establecer bases sólidas para su futura educación financiera.
- Mantenerse actualizado: El mundo financiero está en constante evolución, por lo que es importante mantenerse actualizado sobre los cambios en las leyes fiscales, las tendencias del mercado y las oportunidades de inversión.
- Buscar asesoramiento profesional: En caso de tener dudas o necesitar orientación, buscar la ayuda de profesionales financieros puede ser útil para tomar decisiones informadas y maximizar los resultados.
- Además, la educación financiera debe abordar temas como el riesgo financiero, la planificación para la jubilación y la protección frente a la volatilidad económica.
- Inclusión financiera: promover el acceso de todas las personas a productos y servicios financieros, incluyendo la banca, los seguros y los sistemas de pagos digitales, cada vez más extendidos. Los conocimientos en estos servicios permiten a las personas tomar decisiones informadas sobre el manejo de sus recursos y, llegado el caso, poder canalizarlos hacia inversiones sostenibles como pueden ser los bonos verdes, la titulización sostenible o proyectos de energías renovables, por mencionar algunos ejemplos.
- Conciencia de los ODS: La educación financiera debe estar alineada con los ODS, de manera que los individuos comprendan cómo sus decisiones financieras pueden contribuir al cumplimiento o, incluso incumplimiento, de estos objetivos, y que la consecución de éstos puede revertir en beneficios propios.
- Pensamiento crítico y habilidades de toma de decisiones: Esto implica enseñar a los individuos a evaluar las diferentes opciones financieras, analizar los riesgos y beneficios, y tomar decisiones basadas en una evaluación adecuada de las circunstancias personales y las metas financieras a largo plazo.
- Promover la transparencia financiera: Incentivar la transparencia en los productos y servicios financieros, para que las personas puedan tomar decisiones informadas y evitar prácticas abusivas.
- Fomentar la responsabilidad social empresarial: Promover que las empresas adopten prácticas financieras responsables, como la inversión en proyectos sostenibles y la rendición de cuentas en sus operaciones financieras y no financieras.
- Establecer alianzas y colaboraciones: Fomentar la colaboración entre gobiernos, instituciones financieras, organizaciones no gubernamentales y otros actores relevantes, para promover la educación financiera y alcanzar los objetivos de la Agenda 2030.
- Enfoque en la sostenibilidad: La educación financiera debe incorporar una perspectiva de sostenibilidad, enseñando a las personas a considerar el impacto social y ambiental de sus decisiones financieras. Esto incluye promover la inversión en proyectos sostenibles, fomentar el consumo responsable y enseñar prácticas financieras que contribuyan a la mitigación del cambio climático y la preservación del medio ambiente.
Es quizás en este último aspecto en el que la educación financiera puede incidir más. La inclusión de referencias y conceptos como el Pacto Verde Europeo, los criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) y, por supuesto, los ODS y la Agenda 2030 pueden provocar una toma de conciencia entre la sociedad que en muchas ocasiones se encuentra distanciada del significado de estos conceptos.
En resumen, la educación financiera en el marco de la Agenda 2030 debe ser inclusiva, estar alineada con los ODS, permitir desarrollar conocimientos básicos en materia de finanzas personales, promover el pensamiento crítico y las habilidades de toma de decisiones, y enfocarse en la sostenibilidad. Y se presenta como una baza muy importante para la mejora de la calidad de vida de las personas y la consecución de sus objetivos.
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