El patrón oro: decadencia del sistema y nacimiento del cambio flotante


La decadencia del patrón cambio oro

Como apuntamos al final de nuestro anterior artículo, la economía estadounidense vivió un crecimiento sin precedentes en su historia reciente debido a causas externas e internas. Entre las primeras, la deuda generada por Europa con Estados Unidos tras la primera Guerra Mundial transformó su economía en la primera a nivel mundial. Además, la transformación del modelo del patrón oro, que tomó como referencias a las economías inglesa y estadounidense, reforzó aún más esta primacía hegemónica de su economía. Entre las causas internas, hay dos detonantes que facilitaron la creación de una clase media trabajadora. Una, la industrialización de la sociedad, con la creación de la primera cadena de montaje por parte de Henry Ford. Este hito tuvo como consecuencia una reducción de los costes de producción y un aumento de esta. La segunda, la posibilidad del pago a plazos de los bienes de consumo. que popularizó el acceso a lo producido en las fábricas (coches, frigoríficos, pequeños electrodomésticos, etc.).

La confluencia de estos factores fue la causante de que la economía estadounidense continuara creciendo de forma exponencial durante la década de 1920. El hábito de consumo fue cada vez mayor y las personas solicitaban más créditos. Los niveles de endeudamiento se incrementaron de forma descontrolada y, pese a los buenos resultados económicos (El PIB de la economía norteamericana creció más de un 40% durante la década), el surgimiento de algunas herramientas para la compra de acciones como la compra al margen, motivó que la especulación en muchos mercados gestara el nacimiento de una burbuja que, como todos sabemos, explotaría tiempo después.

Algunas actividades, principalmente aquellas relacionadas con el sector primario como, por ejemplo, la agricultura, perdieron rentabilidad frente al sector industrial, aunque dicha decadencia comenzó con la finalización de la Guerra de Secesión, en el que el Norte industrializado y antiesclavista derrotó a un Sur cuya economía estaba basada por el contrario en la industria agrícola y en la mano de obra esclava.

Como consecuencia, durante los años 20 se acentúo la migración del campo a la ciudad, atraídos por salarios más altos y la posibilidad de buscar nuevas oportunidades.

Muchos de estos ciudadanos orientaron el beneficio de su actividad a la compra de acciones. De hecho, convencidos de que obtendrían rendimientos, muchos solicitaron créditos a los bancos con el objetivo de comprar cada vez más acciones. Así las cosas, se generó una situación de sobrevaloración del mercado. Algunos inversores percibieron el enorme tamaño de la burbuja que se había generado en el mercado de Nueva York. Por lo tanto, comenzaron a vender sus acciones por miedo a perder sus beneficios. Este hecho generó una pequeña caída en la bolsa.

En consecuencia, la gente comenzó a vender sus acciones con el fin de perder lo más mínimo. Esto provocó que la caída fuese aún más significativa (Jueves Negro). Posteriormente, cinco días más tarde, los bancos reclamaron el dinero de los créditos concedidos a sus deudores debido al aumento del riesgo de impagos, lo cual agravó aún más la situación y la caída definitiva de la bolsa (Martes Negro).

Esta consecución de acontecimientos provocó lo que comúnmente se conoce como “el Crack del 29” o “la Gran Depresión de 1929”. El sistema monetario del Patrón Cambio Oro fue abandonado por todas las economías tras la recesión con el fin de evitar una situación deflacionista provocada por la enorme contracción de la demanda global. Así pues, se daría paso al sistema de tipos de cambio flotantes que se consolidó a nivel mundial durante la década de 1930.

El sistema de tipos de cambio flotantes de los años 30

El sistema de tipos de cambio flotantes es un sistema monetario internacional en el que las monedas de los países cotizan en el mercado de divisas y fluctúan libremente sin una tasa de cambio fija establecida por un gobierno o un banco central. Este sistema se estableció en los años treinta como una respuesta a los problemas económicos que enfrentó el mundo durante la Gran Depresión de 1929. Teniendo en cuenta el peligro que podía suponer la continuación del Patrón Oro debido a las enormes tensiones deflacionistas que se dieron por la reducción de la demanda, los dirigentes de las economías más importantes del planeta consideraron que sería “menos perjudicial” instaurar como sistema monetario internacional el sistema de tipos de cambios flotantes.

Durante los primeros años de recesión, este sistema ayudó a varios países y, junto con la política intervencionista aplicada por el presidente de los Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt (New Deal), los mercados financieros comenzaron a mejorar y la economía comenzó a crecer.

La competición devaluacionista de los tipos de cambio flotantes

El sistema monetario de tipos de cambio flotantes aportó mucha flexibilidad a todas las economías del mundo ya que les permitía la posibilidad de revaluar o devaluar sus divisas respecto a otras sin ningún tipo de restricción. Sin embargo, ese mismo hecho fue el causante de la debacle de este sistema.

Con el fin de recuperarse de la recesión, la mayoría de los países comenzaron a devaluar su moneda respecto a otras divisas. De esta forma conseguían mayor competitividad e incrementar sus exportaciones. Así pues, cada estado empeñó una “carrera devaluacionista” con el fin de disminuir el precio de sus exportaciones y, en consecuencia, comenzar el proceso de recuperación con excelentes resultados en su balanza comercial. Sin embargo, esta práctica constante tuvo como consecuencia el empobrecimiento de todas las economías ya que, si un país decidía devaluar su divisa respecto a las demás, el resto respondía de la misma forma, generando así una espiral devaluacionista que solo provocaría el empobrecimiento de cada implicado.

Por otra parte, con el comienzo de la Gran Depresión, entró en el poder alemán el gobierno del Partido Nacionalista Obrero Alemán, dirigido por Adolf Hitler, que poco tiempo después, como bien previó Keynes tras el Tratado de Versalles, causaría el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

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