Debemos integrar educación financiera e impositiva

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¿Qué sabemos de los impuestos que pagamos? La capacidad contributiva de empresas y ciudadanos y los Estados buscando establecer impuestos de manera razonable y no confiscatoria, son parte de un debate permanente.

Simultáneamente la educación financiera nos forma para gestionar sanamente nuestras finanzas personales, presentes y futuras, comprendiendo el riesgo, aportando esquemas de abordaje y conocimiento para adoptar mejores decisiones y conductas.

¿Pueden ir de la mano, o mejor dicho, deben integrarse ambos conceptos para formar una mejor ciudadanía?

Es claro que los impuestos tienen “mala prensa”, que raramente encontremos sujetos que de manera voluntaria brinden su conformidad a nuevos tributos o subidas de cuotas. O quita de deducciones. O que acepten que la inflación termine gravando ganancias ficticias, por qué no.

La educación financiera en nuestra visión integra la macro y la micro. Eso nos permite comprender ofertas electorales, promesas asociadas a un Estado que se hace cargo de gastos (sin explicar que esos fondos son provistos por los contribuyentes, o sea, vos y yo). Incluso cuando se aplican impuestos a empresas no alcanzamos a percibir que es muy factible que los mismos sean trasladados a nuestros bolsillos. Eso que se llama incidencia económica o percursión impositiva.

Pero la falta de educación se traduce todavía en errores de mayor magnitud, como los que refleja una encuesta realizada en la Argentina en 20201 que tiene hoy plena vigencia, donde se preguntaba qué impuesto tenía mayor impacto sobre los ingresos o patrimonio.

“El 25% respondió “la luz”. Cuando sumamos otras respuestas, como “el gas” o “el agua”, obtenemos que uno de cada tres argentinos sostiene que el impuesto que más lo afecta es, en realidad, el pago de un servicio público. Dicho de otra forma, un tercio de los argentinos no paga ningún impuesto que sea mayor que su cuenta de luz o gas o, en realidad, no sabe que lo hace

Cuando el nivel socioeconómico es más bajo, el porcentaje de desconocimiento aumenta. Te invito adicionalmente a leer tu factura de servicios públicos; seguro encontrarás muchas sorpresas. Pero pocos hacemos ese ejercicio. Los gobiernos han sabido “esconder” sus impuestos, atarlos al pago de servicios indispensables para garantizarse la recaudación y tornarlos casi invisibles para el ciudadano.

Si somos conscientes del peso de los impuestos que pagamos directa o indirectamente, ¿podemos separarlo de nuestro ingreso, del impacto sobre el gasto o consumo, la capacidad de ahorro y las deudas tóxicas a las que recurrimos para seguir a flote?

A modo de enumeración, no excluyente, cito algunos ítems que deben integrar la agenda educativa en nuestras sociedades:

  • Explicar que los gastos de un Estado salen de los impuestos presentes o de las deudas que serán pagadas por generaciones futuras por nosotros, los ciudadanos.
  • La ineludible necesidad de discriminar los impuestos en los tickets/facturas de compra.
  • Conocer y recordar, frecuentemente, la lista de impuestos vigentes en tu país
  • Estimular la devolución de impuestos con medios de pago que favorezcan el blanqueo de transacciones (tarjetas de débito, crédito, billeteras digitales)
  • Ajustar mensualmente (en países con inflación de 2 dígitos anuales), los montos de deducciones, escalas, mínimos no imponibles.

Comprendiendo los impuestos, somos capaces de mejorar la gestión de nuestro dinero. La medida de presión fiscal en una economía no es ajena en absoluto a las decisiones que adoptamos en hogares y empresas.

Más allá de las cuestiones técnicas que puedan resultar tediosas y difíciles de comprender, es vital visualizar el impacto de las políticas impositivas. Quien paga, quien recibe. No hay magia en este juego. Si hay estímulos para el futuro o sólo es cortoplacismo.

Se atribuye a Benjamín Franklin frases vinculadas a impuestos y dinero. Cito un par, imperdibles:

“En este mundo, ninguna cosa es cierta salvo la muerte y los impuestos”

“Quien compra lo superfluo no tardará en verse obligado a vender lo necesario”

De la mano, educación financiera e impositiva, siempre.


[1] Poliarquía Consultores Alejandro Catterberg

Autores

María del Mar Molina Parra
Arnie Zareei Bogoya
José Antonio Díaz Campos
Edufinet
José M. Domínguez Martínez
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